Cómo leer a las personas sin que lo sepan (y no parecer un personaje de Mentes Criminales)
Aviso: no necesitas una lupa, ni gafas de rayos X, ni haber estudiado psicología en Harvard. Lo único que necesitas es afinar un poco la mirada, abrir las orejas y tener más curiosidad que una vecina asomada a la ventana un domingo por la tarde.
Así que ponte cómodo, que hoy te voy a enseñar cómo leer a las personas sin que se den cuenta. Porque sí, se puede. Y además te vas a echar unas risas por el camino.
El lenguaje corporal, ese chivato profesional
El cuerpo es ese actor secundario que creemos que no dice nada, cuando en realidad está gritando cosas como: “¡Me muero de los nervios!”, “¡Quiero salir corriendo!” o “¡Estoy aquí por compromiso, que lo sepas!”.
¿Sabías que comunicamos más con el cuerpo que con las palabras?
Sí, sí. Aunque parezca mentira, más del 90% de la comunicación humana es no verbal. No lo digo yo (aunque podría), lo dicen estudios como el del psicólogo Albert Mehrabian, que allá por los años 70 (cuando todo era bigote y pantalón de campana) descubrió que las palabras representan solo un 7% del mensaje, mientras que el tono de voz y el lenguaje corporal hacen el resto del trabajo sucio.
Vamos, que da igual lo que digas si tu cara te está traicionando como Judas.
Señales corporales que te delatan (aunque creas que estás disimulando)
Y ahora sí, el salseo. Las pistas que la gente suelta sin querer y tú, como lector profesional de almas y dramas humanos, puedes aprender a descifrar.
Los pies no mienten (y no, no hablo del olor)
Atención a esta joyita: los pies apuntan hacia donde quiere ir la persona. Si estás hablando con alguien y sus pies están mirando a la puerta… adivina: quiere salir por patas. Literalmente. No hace falta que lo diga.
Esto lo confirman varios estudios sobre comportamiento no verbal, como los realizados por la antropóloga Desmond Morris (sí, esa señora que sabe más de monos y humanos que muchos jefes de Recursos Humanos).
Ejemplo realista: Estás en una cita. Ella ríe, te mira, pero sus pies apuntan a la salida del restaurante. Tú piensas: “¡Estoy triunfando!”. Y sus pies piensan: “¿Dónde está la salida de emergencia?”.
Las microexpresiones, esas traidoras silenciosas
Las microexpresiones son esas pequeñas contracciones faciales que duran menos que el pan del súper. Duran entre 0.05 y 0.2 segundos, pero dicen más verdades que un niño de cinco años.
Paul Ekman, el padre del estudio de las microexpresiones, demostró que hay 7 emociones universales que se reflejan igual en cualquier parte del planeta: alegría, tristeza, ira, sorpresa, asco, miedo y desprecio. (Sí, como si fueran los siete enanitos de Blancanieves pero más intensos).
Tip pro de coaching: si ves a alguien sonriendo con la boca pero no con los ojos, cuidado. Puede que esa sonrisa tenga más veneno que una crítica pasivo-agresiva de tu suegra.
El cruce de brazos… ¿defensivo o cómodo?
Aquí viene una que ha hecho mucho daño en el mundo del coaching y la seducción: “Si cruza los brazos es que está a la defensiva”. Pues no siempre… A veces es que tiene frío. O que simplemente no sabe qué hacer con sus extremidades superiores.
Pero… si lo cruzan junto con otros gestos (mirada esquiva, pies apuntando al abismo, cuerpo girado en modo me quiero esfumar), entonces sí, puede que estén más cerrados que la caja fuerte de un banco suizo.
Cómo leer sin que te pillen (y no acabar en plan Sherlock intensito)
Vale, ya sabes qué mirar. Pero… ¿cómo hacerlo sin parecer que estás analizando a la persona como si fuera una escena del CSI?
La observación disimulada (nivel ninja)
No se trata de clavar la mirada como si estuvieras intentando leerle la mente. No. Tú vas a mirar con elegancia, como quien no quiere la cosa. Observa con suavidad, sin que se note. Escucha más de lo que hablas (esto, además, te da puntos extra de carisma).
Contexto, contexto, contexto (esto es coaching, no adivinación)
No saques conclusiones locas por un gesto aislado. Leer a las personas es como armar un puzle: necesitas más de una pieza para entender la imagen completa. Así que sé paciente, Watson.
Ejemplo tonto pero útil: una persona puede estar inquieta porque miente… o porque lleva una etiqueta del jersey que le está torturando el cuello. ¡No te vengas arriba con el dramatismo!
Usos prácticos de saber leer a la gente (Nota mental: es muy útil)
En tus sesiones de coaching (o en la vida misma)
Saber leer el lenguaje corporal es un superpoder para cualquier coach que se precie. Puedes detectar resistencias, bloqueos emocionales o esa mentira piadosa que el cliente se cuenta a sí mismo (y a ti, de paso).
Mini ejemplo coaching style: el cliente dice “Estoy genial, todo bien” mientras se rasca el cuello, desvía la mirada y encoge los hombros. Traducción: Houston, tenemos un problemita.
En reuniones, cenas familiares y otras junglas emocionales
Saber interpretar a la gente sin que lo sepan es como tener un Google Maps emocional. Sabes por dónde va la conversación, quién está a gusto, quién quiere matar a alguien con la mirada y quién se acaba de tragar una emoción del tamaño de una paella.
Resumiendo (o la parte donde te resumo todo con gracia)
Leer a las personas sin que lo sepan no es magia ni brujería. Es una mezcla entre estar presente, ser observador y no dejarse llevar por prejuicios de libro barato de autoayuda.
Tampoco se trata de ir por la vida como una especie de detector de mentiras con patas. Pero sí de entender que el cuerpo habla, la emoción se filtra y que, si prestas atención, puedes conocer a alguien mucho más allá de lo que dice con palabras.
Y ahora que sabes esto… prométeme que no lo vas a usar para manipular, ligar de forma dudosa o convertirte en el típico que interrumpe a alguien para decir: “Eso que acabas de hacer con la ceja significa que estás reprimiendo ira, ¿verdad?”. Porque eso, amigo mío, da un poquito de miedo.