Mujer, diversión, natación, piscina, ocio, persona, recreación, relajante, ondulaciones, verano, nadador, vacaciones de verano, agua, mojado, chica, flotando, caucásico, naturaleza, agua azul, natación, natación, natación, natación, natación, piscina, piscina, relajante
Centro de Coaching en Asturias “Tu Propia Vida”. Sesiones y formaciones para particulares y empresas

¿De verdad te quieres morir… o solo te estorbas?

Cuando te quieras morir, lánzate al mar (pero con flotador)

Lo que el dicho árabe realmente te está gritando (aunque tú no lo escuches)

“Cuando estés deprimido y te quieras morir, tíratelas al mar y verás cómo peleas por sobrevivir”.

Oye, qué sutiles los árabes, ¿eh? No te dicen “anímate, cariño, todo pasa”, no. Te lanzan directamente al Mediterráneo con ropa y todo. Y tienen razón.

Porque no, no quieres morir. Lo que quieres es matar algo dentro de ti. Algo que pesa, que huele a rancio, que te tiene atrapado en una vida que no te representa. Pero claro, como no hay botón de “eliminar drama existencial”, el cuerpo te lanza un SOS que tú interpretas como: “me quiero morir”. Y no, lo que quieres es vivir… pero de otra manera.

Bienvenido a este blog íntimo, gamberro y lleno de amor propio. Hoy no te traigo la solución mágica, pero sí una linterna para que veas por dónde está el cable suelto. Porque si algo sé, es que todos hemos querido desaparecer alguna vez. Y no porque queramos morir, sino porque estamos hartos de vivir así.


No es que quieras morir, es que estás harto de ti mismo (y eso tiene solución)

Lo que realmente quieres es matar esa versión tuya que ya no te representa

Vamos a ser claros. ¿Quieres morir o quieres dejar de sentirte como una coliflor con ansiedad?

No eres tú, es esa parte tuya que se ha quedado anclada en el “no soy suficiente”, “me dejaron y no me repongo”, “odio mi trabajo”, “no sé quién soy”, o el clásico “todo me sale mal”.

Spoiler: lo que necesitas no es una cuerda, es una tijera emocional. Cortar con lo que no eres tú. Con lo que te han hecho creer que eras. Con esa identidad que has construido para agradar, sobrevivir o porque no sabías qué hacer con tu vida a los 23 (y ya tienes 43… ups).

Y aquí es donde entra el mar del dicho. Porque cuando estás en peligro real (y no imaginario), el cuerpo reacciona. El instinto se activa. Te das cuenta de que no, no quieres morirte. Lo que quieres es dejar de sentir ese nudo en el pecho, ese vacío en la tripa, ese pensamiento que repite en bucle: “esto no tiene sentido”.

Identifica qué parte de ti necesita desaparecer

Aquí viene el trabajo bonito (y a veces feo, porque duele). Hay que ponerle nombre a eso que quieres matar. Y no, no vale decir “mi vida entera”. No dramatices, reina. Vamos a afinar.

Hazte estas preguntas de coach con voz suave y mirada intensa:

  • ¿Qué parte de mí ya no tiene cabida en la vida que quiero?
  • ¿Qué personaje estoy interpretando por miedo a ser rechazada?
  • ¿Qué creencia estoy arrastrando que me impide avanzar?
  • ¿Qué emoción me estoy tragando cada mañana con el café?

Esto es como hacer limpieza de armario emocional. Lo que no te queda bien, lo que pica, lo que está lleno de bolas… fuera. Porque si no haces espacio, no cabe lo nuevo.


Cambiar no es morir, es nacer (con estrías emocionales incluidas)

Cambiar asusta… porque el drama conocido es más cómodo que la libertad incierta

Vamos a hablar de esa extraña manía que tenemos los humanos de aferrarnos al sufrimiento como si fuera una manta calentita. ¿Te has dado cuenta? Nos quejamos, lloramos, odiamos nuestras rutinas… pero ahí seguimos. Como si el drama nos pagara el alquiler.

¿Por qué? Porque es conocido. Porque cambiar da miedo. Porque dejar atrás viejas versiones de ti es como una mudanza emocional: sabes que vas a ganar, pero qué pereza hacer las cajas.

Y además, a veces cambiar te deja solo. Porque hay personas que solo encajan con tu “yo herido”, con tu versión que se queja, que necesita aprobación, que no brilla demasiado para no incomodar. Y claro, cuando empiezas a cambiar… desentonas. Pero ese es el precio de ser tú.

Nadie te avisa de que crecer duele (y que es completamente normal)

Te digo algo: cambiar duele. Y quien te diga lo contrario, o no ha cambiado nada en su vida o se lo ha fumado en PowerPoints de autoayuda.

Pero también te digo otra cosa: duele mucho más no cambiar. Porque vivir en modo zombi emocional, en piloto automático, haciendo como que todo está bien mientras por dentro estás gritando… eso sí que mata.

Crecer es como un parto interno. Gritas, te enfadas, te rompes. Pero luego respiras. Y te sientes viva. Y te das cuenta de que estabas anestesiada. Que llevabas años sobreviviendo en vez de vivir.


Y ya para terminar (o cómo no morirte aunque quieras hacerlo de vez en cuando)

Tírate al mar, pero con intención (y si puede ser con un buen flotador emocional, mejor)

No te voy a mentir. Habrá días en los que quieras desaparecer. En los que todo te parezca una caca de unicornio maloliente. Pero cuando eso pase, no te asustes. Escucha lo que hay debajo.

Quizás no quieras morirte. Quizás solo necesites un cambio de piel, de chip, de trabajo, de pareja o de creencias. O quizás solo necesitas llorar tres días, comerte una pizza y luego apuntarte a una clase de yoga mientras te preguntas por qué todo el mundo parece tan zen (spoiler: están igual de rotos por dentro, solo que más estirados).

Mata lo que te apaga, no lo que te da vida

Este es el punto clave: no estás roto. Estás evolucionando. Pero para avanzar, necesitas matar simbólicamente lo que ya no te vale. Como cuando cortas el pelo después de una ruptura. Como cuando borras el número de tu ex por octava vez (y esta vez sí, va en serio… ¿verdad?).

Así que no, no te lances al mar sin pensar. Pero si lo haces, que sea con un propósito: darte cuenta de que quieres vivir. Pero no de cualquier manera.

Quieres vivir con sentido. Con alegría. Con conexión. Con risas tontas. Con días buenos y días regulares. Pero vivir, no sobrevivir.


Última reflexión de un coach (y un abrazo con humor)

Mira, esto de ser humano es un deporte extremo. A veces da vértigo, otras parece un chiste mal contado. Pero aquí estamos. Riéndonos en medio del caos, intentando entendernos mientras seguimos comiendo croquetas emocionales.

Así que si alguna vez te encuentras deseando desaparecer, recuerda esto:

No quieres morir, quieres cambiar. y eso, amigo mía, no solo es posible. es necesario.

Y si no sabes por dónde empezar, ya sabes que en Tu Propia Vida estamos para eso. No para darte sermones, sino para darte el empujoncito (o el flotador) que necesitas.

Porque si te vas a lanzar al mar… que sea para nadar hacia ti mismo. No para huir de ti.

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *